jueves, 20 de septiembre de 2012

Una noción de libertad


Nos inundan con información, actual e histórica mal contada y tan plagada de intenciones egoístas, auto-interesadas que ni siquiera le cabe caer bajo la categoría “información”.
El fascismo, sea de extrema derecha, sea de extrema izquierda (porque no existen ni existirán los fascismos moderados), se llevan al diablo aquello que cualquier individuo pueda concebir como su libertad.
Siempre habrá oligarcas, ricachones socialmente inconscientes (o conscientes sólo de sus propias narices). Pero la ausencia de conciencia social no es un problema de clases, no hay que ser pobre para percibir políticamente el mundo. No es la mirada de una clase y no la otra, la que habilita una realidad política. Porque no existe una “realidad política”.
Desgraciadamente, estimo que existe un pequeño rincón de la libertad del cual los más vastos  estratos de la sociedad no conocen, no gozan. Por esto algunos individuos se toman en serio su individualidad y defienden ese rincón de libertad en cuanto lo ven saboteado o saboteado para los demás. Pensar una libertad individual no implica una simpatía con el capitalismo  bárbaro que gobierna al mundo, no implica tampoco el hecho de quedarnos mirándonos las narices mientras la ausencia de justicia social se devora a niños que jamás cumplirán tiernos 12 años, 11 o 10. Que se morirán de hambre sin haberse expresado jamás, sin ser posibles. Pensar una libertad individual es haber entendido antes que no sería posible si no es compartida. ¿Por qué metemos la solidaridad en el medio? Vivimos en una sociedad bastante bien definida en cuanto a clases, está claro a quien le sobra y a quien le falta. Tampoco se trata de hacerse el Robin Hood, hay leyes que posibilitan un accionar coherente y si no las hubiera, pueden consensuarse.
A mi libertad no le conviene  que otro presunto “libre” no goce de la libertad de igual manera, eso me enfrenta, nos enfrenta, crea recelos, resentimientos. Cuando alguien siente la libertad, cuando alguien se siente libre, no puede sino querer para los demás aquel goce superior. Porque es la libertad lo que posibilita una conciencia política y no cuánto pueda o no pueda acumular monetariamente. Si no soy libre, toda “conciencia” viene dictaminada por la necesidad más pura y dura. Es porque soy libre que me hiere la indigencia y asquea la opulencia oligarca o la corruptela miserable de quienes manejan al estado nacional y otras instituciones.
Hay que persistir en preguntarse si la lucha o el enfrentamiento de clases son necesarios en pos de asegurar la gobernabilidad o en persecución de cualquier ambición política. Hay que persistir en preguntarse a quién le sirve enemistarse con muchos que cargan con una culpa inconsciente de haber nacido con mas suerte y no saben nada de hambrunas, de dormir bajo un techo de cartón o de vivir sin ninguna clase de proyecto. Porque hay que tenerlos bien puestos para levantarse todos los días a pensar sólo en hoy y secarse las lágrimas en los rincones por no poder pensar en mañana.
Entonces, ¿qué? ¿Nos anulamos unos a otros? El estado nacional tiene todas las herramientas a su disposición para llevar adelante un ideal socialista sin generar desde su seno violencia alguna. Es una decisión política hacerlo por una u otra vía.
Se ensanchan las brechas entre los que pueden y los que no. Hoy es más grande que hace mucho tiempo el número de personas que no podrá leer lo que estoy escribiendo ahora.
Intento salvaguardar algo que se está diluyendo o lo están diluyendo en una disputa que se intensifica en tanto se vacía de contenidos. No podemos pensar todos lo mismo, no debemos pensar todos lo mismo. Algo estaría funcionando terroríficamente si así fuera. La libertad individual no tiene precio, no es un accésit económico, no es una posibilidad económica. La libertad individual es la libertad de todos (pensada para cada uno). Eso es libertad y no la marcha obsecuente detrás de discursos chatos y provocadores que auguran libertades que políticamente no se persiguen.
Ser libre se traduce en poder ser yo y esto no tiene nada que ver con tener millones de hectáreas en el sur o infinidad de inmuebles a nombre de algún amigo. La vida es tan corta y rica en la simpleza que sigue sorprendiéndome por qué algunos acumulan tanto. Tampoco podemos hacernos los tontos e ignorar que la nueva clase rica de nuestro país es la clase gobernante. ¿Merecen menos? Claro que merecen menos, hay otros que merecen más y la libertad es repartir. Pero no solidarizarse, la solidaridad es otra cosa. Esto es una cuestión de justicia y de libertad.
Nadie necesita naturalmente nadar en la abundancia para realizarse, es un artificio demasiado humano aquella persecución de la riqueza por la riqueza misma. Los individuos no necesitan realizarse, merecen realizarse porque es lo único que puede hacerse con esta vida. 

Imagen - Fluorencia Carrizo (http://www.fluorencia.com.ar/)

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