martes, 18 de septiembre de 2012

Reconstruction (2003)




Estimo que el título es una enorme ironía. Por caso, ¿cómo re-construimos nada? Sin ser tan pretencioso, ¿cómo construimos algo? ¿Cómo nos construimos?
El azar esta al mando en la cinta, me agrada que así sea. Tengo cierta patología con el azar  que me horroriza/ fascina en la misma medida. El azar, ya sea en la película o si nos escapamos de ella suscita preguntas: graciosas, dramáticas, terroríficas, etc.
¿Por qué detenernos allí? ¿Por qué no saludar? ¿Por qué hacerlo? ¿Por qué cruzamos la calle a mitad de la cuadra? ¿Por qué no dijimos que sí? Y si dijimos que sí, ¿por qué entonces no dijimos que no? A veces hurgamos un cajón de saldos editoriales en una feria y damos con “la joya” hecha papel, ¿cuántas manos pasaron por allí sin percatarse de “la joya”? Y en la circunstancia fastidiosa de no encontrar nada en el cajón de saldos, ¿Por qué se llevaron todo lo interesante y uno llega a revolver sólo lo inútil?
Hay una circunstancia tiempo-espacial que nos excede, estimo. Esto me lleva a re-planteos insondables, retóricos, a cerca de la incumbencia de la casualidad en mi insignificante vida. ¿Por qué gobierna el caos? Y si no gobernara el caos, que es lo mismo que una total y completa anarquía cósmica, ¿Qué? ¿El destino? He comido muchas papas fritas en mi vida pero la del destino y los hilos celestiales de las marionetas no me cierran, me indigestan.
Ahora bien, cuando todo se da de la mejor de las maneras posibles, ¿es el destino? Cuando no, ¿la fatal casualidad? O ¿es al revés? ¿Es una cuestión de simpatía? ¿Si somos ordenados o simpatizamos con el orden nos cae mejor el destino y lo contrario: si somos desordenados y simpatizamos con cierta beta anárquica nos engancha el imponderable azar?  
Tómese cualquier  vida por caso, una vidita. Un día porque sí, como hace muchas cosas que hace, deja un comentario en una página que se ocupa de libros. Ni si quiera recuerda el nombre de la página. Alguien pasa unos quince minutos después, alguien que tampoco recuerda el nombre de la página, y le resultan simpáticos sus comentarios y su cara. Lo agrega a sus amigos, no hablan hasta pasado un mes. Le habla y se enamora, ¿azar? ¿destino?
Cuánto y cómo nos construimos de nuestras creencias. Cuántos pretendidos viajes de ida y de vuelta al pasado, al presente próximo o a un futuro incierto, ¿o determinado?
Notable película, inmensamente más compleja que su superficie fácil.

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